
El sombrero de paja toquilla,
¿un tejido que va perdiendo valor?
Si de cultura se trata, Manabí es el punto de concentración. Sus más altos exponentes se los remonta a los años 500 a 3500 AC con las culturas Valdivia, Chorrera, Manteña, etc. Pero actualmente se puede considerar que este término se ha vuelto polisémico relacionándose con la identidad y dejando a un lado las civilizaciones mencionadas anteriormente.
Si buscamos el significado de cultura en el diccionario encontramos que es el conjunto de bienes materiales y espirituales de un grupo social transmitido de generación en generación para orientar prácticas individuales y colectivas. Mientras que la identidad es un vinculado de características propias de una persona o grupo que los identifica del resto.
El historiador Ramiro Molina explica que la identidad cultural manabita la podemos dar en relación con su sentido de procedencia y pertenencia, asimismo, a los estudios históricos y etnográficos que se van dando a través del tiempo y en relación con el mismo desarrollo cultural de los pueblos.
Molina considera que Manabí es una provincia con identidad por el mismo hecho de que tiene una historia que contar y que aún tiene que seguir siendo estudiada, además, es una provincia con identidad porque manifiesta todo lo que tiene y todo lo que ha venido procediendo a través del tiempo y que se expresa actualmente, por ejemplo, el sombrero de paja toquilla que forma parte del espacio cultural y de la expresión de identidad de los pueblos.
Considerado por la BBC como “El pueblo ecuatoriano donde se tejen los sombreros más finos y caros del mundo” Pile es la cuna del sombrero de paja toquilla.
Las calles son de tierra y lucen vacías, las casas son bajas; muchas de caña y apiladas en lomas y la señal telefónica es casi nula, nadie se imaginaría que es aquí, en la tranquilidad absoluta de Pile en el cantón Montecristi donde se tejen los mejores sombreros del mundo, dicho por los lugareños.
Según el Ministerio de Turismo el 70% de habitantes de esta localidad se dedican a realizar sombreros.
Faustino Pilligua de 48 años, mientras tejía la falda de un sombrero de 25 grados contaba que teje desde que era un adolescente y que fue su mamá que en paz descanse quien le enseñó a realizar esta sacrificada actividad.
Faustino vive con su hermano menor en una pequeña casa asentada en la mitad de una loma, ambos son solteros y poseen discapacidad, Él no puede caminar por sí solo por una mala práctica médica que le hicieron a los tres meses de nacido mientras que su hermano es sordomudo, lo que le complica trabajar con normalidad.
Pilligua realiza de tres a cuatro sombreros al año, su trabajo consiste en armar la plantilla, copa y falda del sombrero, por esta labor cobra entre 300 y 500 dólares, ya que el acabado final se lo dan en Montecristi. Su precio por el tejido varía por los grados y finura de este.
¿No le incomoda la posición?, preguntamos, entre risas contestó que ya se había acostumbrado en sus 30 años como tejedor, “al principio si me costaba, al levantarme me dolía la pierna y la espalda” dijo mientras remojaba los dedos en agua para seguir tejiendo la falda del sombrero.
Faustino Pilligua lleva dos semanas tejiendo la falda de un sombrero.
A unas cuantas casas se encuentra Cenovio Espinel quien estaba sahumando un sombrero. Él es el papá de Simón Espinel acreditado internacionalmente como el mejor tejedor de sombreros finos de paja toquilla del Ecuador y del mundo al realizar sombreros de hasta 60 grados considerados “supremo”.
Don Espinel teje desde que era un niño, quien lo introdujo a ese mundo fue su papá hace 65 años. Actualmente realiza cuatro sombreros por año los que distribuye a un señor de Guayaquil y otro de Montecristi.
Él y 76 personas más conforman la asociación de tejedores de Pile, tienen un Centro Artesanal que actualmente mantiene sus puertas cerradas y aunque existe un encargado, este no puede brindar información al público porque afirmó que había que hacer una solicitud previa al Instituto de Patrimonio Cultural.
El centro de formación artesanal de Pile, fue creado tras la declaratoria por la UNESCO de Patrimonio Cultual de la Humanidad.
Espinel afirma que dicha asociación y casa comunal no sirven de nada, tienen un presidente que los representa, pero no se realiza ninguna gestión que les beneficie o los aporte a ellos como tejedores.
Afirma también que están pasando por periodo de crisis por el costo de los sombreros, cuenta que los compradores no quieren pagar el precio justo y no reconocen el arduo trabajo que hay detrás de la confección. “Sufre mucho uno tejiendo, nos sacamos la madre para hacer un solo sombrero”
Pablo Franco, propietario de la tienda MontEcuadorHats, nos habla de una idea acerca de como promover el uso del sombrero.
Así como a Faustino y a don Espinel a Ernestina Ordóñez también se le dificulta su trabajo como “tejendera” uno de los factores es que ya no puede ver muy bien por su edad, misma razón por la que su esposo Manuel Espinales dejó de tejer desde hace 25 años y se dedicó a la agricultura.
Manuel cuenta que, en la época del sucre, el sombrero se vendía a buen precio y el dinero le alcanzaba para sustentar su hogar y brindarles educación a sus hijos. “ahora el sombrero está barato y la plata no alcanza para nada” añadió la señora Ernestina.
Las distintas necesidades del hogar han obligado a muchos tejedores a aceptar la contraoferta que los clientes les hacen, quitándole valor al sombrero y desmereciendo su propio trabajo por ganar unos cuantos dólares.
Franco también comenta que la falta de publicidad afecta a la comercialización del producto.
Holger García, Director Regional del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) 4, manifestó que el tejido del sombrero de paja toquilla, al haber sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad conlleva a muchas responsabilidades, sin embargo, también comentó que existen inconformidades por parte de los tejedores pese al apoyo que se les brinda.
A pesar de que aun persista el conocimiento ancestral del tejido, la situación puede tornarse preocupante puesto a que la modernidad se empieza a ver en los más jóvenes de las comunidades “tejenderas” como Pile.
Para mantener este valioso reconocimiento cultural el INPC ha tratado de unificar a los tejedores a través de la asociación antes mencionada, socializar y darle movimiento a la casa comunal para que los niños refuercen los conocimientos que les imparten sus padres en casa acerca del tejido pese a que ya está por finalizar el convenio entre la institución pública y Pile.
El director García también se pronunció acerca de la falta de control que existe en la comercialización, muchas veces se venden sombreros de otra calidad provenientes de países como Perú y China, haciéndolos pasar como ecuatorianos, hechos en Montecristi, lo que él denomina pérdida de identidad.
Además, recalca que el INPC no está en la responsabilidad de realizar este tipo de controles, ya que existen diferentes entidades que se dedican a este ámbito, no obstante, dijo que lamentablemente los funcionarios muchas veces no sienten la camiseta.
¿Cómo estará el tema del sombrero en el 2025? Según Holger, ninguna institución del Estado va a ser responsable de lo que ocurra, para bien o para mal. Los únicos responsables serán aquellos que tienen la capacidad, conocimiento y que dominan este tema, es decir, los tejedores y sus ganas que tengan de salir adelante.
Esto no quiere decir que desde la institución no se les apoyará, actualmente el INPC mantiene reuniones con las distintas Asociaciones de Tejedores De Manabí conformada por 280 personas, con el propósito de establecer como punto de venta referencial al parque ‘La Memoria’, donde se pueda adquirir fácilmente un sombrero y tenga más salida comercial.
Feria artesanal de Montecristi
Autores

Kerlley Alejandra Ponce Cedeño
21 años

Jessica Lisbeth Mendieta Andrade
21 años

Ana Gabriela Cuadros Alcívar
29 años